miércoles, 25 de marzo de 2009

El absurdo y la existencia

EL ABSURDO Y LA EXISTENCIA

“… me diste la mejor lección de absurdidad, me dejaste toparme a toda velocidad contra la nada, contra mi cama sin ti, contra la vida llena de quimeras; porque sabes todavía te recuerdo cuando beso fantasmas, cuando beso ridículos cuerpos, cuando beso torsos dignos de rostros, cuando siento que todavía esto puede ser un día onírico, sobre todo cuando tengo exceso de absurdidad, de absurdidad sinónima de un sin ti.”
F. Bátiz

INTRODUCCIÓN

Y bien por dónde comenzar, supongo que es un tanto difícil –o tal vez no- el tratar de vincular de pronto a dos filósofos como los son Kierkegaard y Camus, filósofos que son considerados por una gama de filósofos de la historia como existencialistas –aunque Camus se haya negado a ser catalogado dentro del existencialismo- . Sin embargo es la tarea que tengo que emprender a lo largo de las siguientes páginas, por lo que espero que la pretensión de este trabajo quede cumplida aunque sea en una mínima parte, ya que para ser francos, hubiese preferido simplemente hablar del existencialismo o de la absurdidad de estos dos autores de una manera libre, lejos de la pretensión de ligarlos. Antes de empezar a vincularlos creo que es de lo más pertinente hacer un breve esbozo del pensamiento de estas grandes figuras de la filosofía, por lo que empezaré hablando sobre Sören Kierkegaard, después hablaré brevemente sobre Albert Camus, para así poder finalmente hacer una vinculación –necesaria en este trabajo- entre estos dos personajes. Aclaro que al decir vinculación, no estoy diciendo que mi postura será la de conciliador y que trataré de empatar los pensamientos de estos autores –ya que sería un tanto rudo el trata de hacerlo- sino que planteare sobre todo algunas diferencias habidas entre ellos y claro unas tantas igualdades; por lo que tratare de hacerlo mediante un método expositivo y sintético.





KIERKEGAARD

Sören Kierkegaard es uno de los nombres que resaltan más eminentemente cuando se trata de hablar acerca del existencialismo, siempre se escucha su nombre en charlas filosóficas sobre lo que significa la desesperación, sobre las etapas que tiene que pasar el ser humano para poder llegar a su plenitud, etc. En lo personal considero a Kierkergaard como una de las figuras más eminentes que han existido a lo largo del tiempo, y lo considero por muchos factores, en verdad me resulta fascinante ver como llevaba su vida aparentando ser una persona totalmente esteta –como podemos apreciar en su libro “Diarios de un seductor”-libro en el cual usa el homónimo de Johannes- pero en el fondo era una persona que buscaba dar un salto a la esfera religiosa.

Kierkegaard fue un sujeto que a pesar de haber vivido poco tiempo nos dejo inundados de buenos escritos suyos, en los cuales se puede apreciar todo el existencialismo que había en su persona; como es bien sabido para Kierkegaard es de suma importancia la individualidad a diferencia de la masificación hegeliana, y es por ello que Sören es un sujeto con tintes subjetivistas, ya que él apostaba porque la verdad se encontraba en cada sujeto, pero a esto no sólo apostaba desde un plano estético, sino desde el plano religioso. Kierkegaard creía fielmente que en el ser humano habían 3 estadios: el estético, el ético y el religioso, teniendo cada uno de estos su particular caracterización.

El estadio estético es el del hombre que vive de los placeres, es un estadio en el que el hombre no se preocupa por las cosas buenas o malas sino por lo que le produce una satisfacción, en éste estadio el hombre se ríe de si mismo ante lo que parecerían malas circunstancias, y se ríe precisamente porque no lleva acabo reflexiones del tipo moral, porque no le interesa, porque cree que lo que le acontece es algo normal y la risa lo ayuda a evadir todos los cuestionamientos probables que podrían venir a la mente.

El estadio ético es ya un tanto diferente al estético, en éste ya hay una preocupación por el deber, por qué es lo correcto, ya hay un compromiso con la vida y ya no con el individuo mismo, ya no se trata de una epistéme enfrascada en un egocentrismo; por ello se adjudica por lo general este estadio al hombre casado y el estético al hombre soltero.

El estadio religioso es la realización del individuo, cuando se llega a este estadio el hombre se encuentra ante lo paradójico, ante lo irracional –al menos para el humano ya que éste no comprende lo que pasa- el hombre se encuentra ante Dios con una entera disposición a la voluntad divina puesto que ahora se tiene fe en que somos parte de un mandato divino. Según Sören no hay un paso preciso de un estadio a otro, sino que simplemente se trata de un salto de uno a otro, por ello recurrió al ya tan conocido –para los filósofos- ejemplo bíblico de Abraham –el cual no mencionaremos por obviedad de contenido- en el cual trata de demostrar como de pronto se da el salto categorial, por así llamarlo, de un estadio a otro; ya que no se sabe el momento en el que se dará sino que de pronto ocurre cuando tiramos la toalla ante lo impensable, ante lo que no podemos suponer.

Kierkegaard a pesar de haber abrogado tanto por la esfera religiosa me parece más un sujeto de corte estéta por toda la vida que llevo, sobre todo por la manera en que escribe y en que se enamoró de Cordelia –homónimo utilizado en el libro Diarios de un Seductor- puesto que, aunque mucha gente diga y crea que el contenido de este libro es ficción, a mi más bien me gusta entenderlo como algo que verdaderamente le aconteció, ya que tiene mucha correlación con su bibliografía. En su bibliografía podemos encontrar que Kierkegaard estuvo enamorado de una mujer, con la cual rompió el compromiso, tiempo después se dice que la busco pero que ella ya estaba comprometida con una persona allegada a él, las bibliografías dicen que esto cambio mucho la vida de este filósofo, que se le adjudica a este hecho el tinte existencialista habido en este filósofo, pero que a pesar de todo Sören llegó a afirmar que aunque llevaba una vida estéta por dentro era una persona triste. Todo lo anterior tiene una estrecha relación con sus escritos que ahora se titulan “diarios de un seductor”, creo que el desamor fue algo muy importante en la vida de este estéta –prefiero llamarlo así por gusto propio- y creo que se puede vincular con los escritos de su libro “El amor y la religión”. Dentro de este libro Kierkegaard nos habla sobre lo que el entiende como amor desgraciado, nos habla sobre lo importante que es éste para que pueda existir la poesía, nos habla de la importancia de la filosofía y de que en su actualidad ya no había sujetos desdichados a causa de las deshoras del desamor; pero una vez inmiscuidos en su lectura, es fácil percatarse de que él se sabe en una cierta parte como un sujeto capaz de hacer poesía, ya que su musa se quedo alejada de él, su musa no se caso con él, y por lo tanto los obstáculos que tenían que ser abatidos por el amor nunca fueron superados. Kierkergaard cree que el pathos es lo más importante dentro de un poeta que sufrió el amor desgraciado, y es esa pasión la que lo hace escribir tan bien a su musa, pero a la vez es esa pasión –a mi parecer- lo que vuelve al sujeto –al poeta- una persona existencialista, porque el amor no lo pudo todo, por que lo más grande no pudo a lo más pequeño, porque el pez grande se ahogo con el pez pequeño, porque todo resulto ilusorio, porque “las musas con todo cuanto les es propio en su calidad de seres sobrenaturales, harán mejor manteniéndose a distancia”[1] y a la distancia permanecen. El amor desgraciado en verdad tiene la cualidad de volver a las personas existencialistas, pues qué persona más existencialista podemos encontrar en la vida que un amoroso sin amor.

Es por todo lo anterior que creo que es verdad lo que acontece en las letras del Diario de un seductor, puesto que Kierkegaard se manifiesta como una persona existencialista, apegada a la pasión –como si fuera un estéta- para poder superar el amor desgraciado, pero a mi parecer el estadio religioso simplemente aparece en él como respuesta a ese sentimiento de vació que le proporcionaba el vivir, es el apegarse a la idea de infinitud puesto que no soporto la finitud de mi persona y de mi pensamiento, es sólo la salida y la justificación de haber llevado una vida estéta por fuera, pero con un interior poético.













CAMUS

Albert Camus fue un pensador que aunque ha sido catalogado por pensadores como un existencialista, disgustaba que lo encasillaran dentro de dicha corriente –cuestión que más adelante contemplare-. Camus más que referirse a la existencia, se refería siempre al absurdo, a las contingencias de la vida, a la no necesidad que hay en este mundo. Por contingencia en camus hay que entender simplemente “algo no necesario”, por lo que para él contingente lo era todo, es decir, para Camus el hecho de que él existiera y escribiera L’etranger es una contingencia, no tenía que haber existido necesariamente él para escribir una novela con ese título, ni era necesario que hubiera nacido para que el mundo hoy en día conociera la palabra absurdo –con la carga que el le daba-, no era necesario que hubiera nacido Algéria, bien pudo haber nacido en México, y así como contingente era su vida, así de no necesario nos es todo lo demás, por eso hay que vivir con una actitud pasional hacia algo, para poder superar la contingencia –que a veces puede ser muy cruda- como lo vemos en su novela L’etranger, donde tenemos al personaje “Mersault” quien es un individuo completamente atípico –para el resto de los mortales-, pues es un sujeto que conoce toda su contingencia y actúa a sabiendas de ésta; es un sujeto que no llora por la muerte porque sabe que es un absurdo de por si la vida, es un sujeto que se enamora al otro día de apenas haber fallecido su madre, porque así de irónica es la vida, es un sujeto que mató de 3 tiros a un árabe –de 3 no de uno- porque simplemente se le ocurrió seguir jalando el gatillo de la pistola; es un sujeto que no teme al castigo porque se hace responsable de todos sus actos por muy absurdos que puedan resultar, porque ni aun antes de morir perderá el tiempo hablando con Dios. Mersault es la representación más básica –por lo menos literariamente- de lo que es ser un sujeto absurdista, un sujeto con pasión –aunque apenas si se pueda apreciar- porque es el hombre frente al absurdo, pero un hombre que no se deja derrumbar.









EL ABSURDO CONTRA EL EX - SISTERE

Podemos encontrar una muy clara vinculación entre estos dos pensadores al hablar de la pasión; es bien conocido que para Camus la pasión es la salida del absurdo, es la pasión la que nos ayuda a encontrar algún punto de apoyo para construirnos, es la pasión la que nos hace superarnos frente al absurdo, la pasión es aquello apolíneo en el mundo dionisiaco. Recurriendo a Le Mythe de Sisiphe, podemos apreciar en esta obra a Sísifo, quien es un hombre que a fin de cuentas tiene que asumir la responsabilidad de vivir en el absurdo, puesto que ya no hay más, Sísifo se encuentra privado de ciertas elecciones y dentro de las pocas que le rodean tiene que controlarse porque sino perderá la razón, y si pierde la razón perderá la poca libertad que le pernea, Sísifo es un hombre que todavía tiene libertad y que se vuelve consciente de sus circunstancias, es un hombre consciente del absurdo y mediante su razón es que logra deducir la única escapatoria a lo que le acontece, y es la pasión, sin pasión el hombre se deja consumir por el absurdo mundo y por su absurda razón, en el mito, es entonces cuando Sísifo se apasiona por algo, es cuando decide darle forma a algo que no la tiene, es cuando por pasión le da sentido a algo absurdo, la pasión rescata la condición apolínea del ser humano, la pasión nos salva de quedar inmerso en un mundo de quimeras.

Para Kierkegaard por otro lado la pasión también desempeña un papel fundamental, más que nada en la poesía, que es una de las herramientas más notorias del hombre existencialista, del hombre estéta que está próximo a dar un salto a la esfera religiosa, ya que aunque no se sabe propiamente cuando se dará este salto, si se puede ver en el poeta una especie de individuo que tiene su pensamiento en la desgracia, en las cosas que no puede comprender, y lo que no se puede comprender es el mandato de Dios, pero ningún poeta puede existir y volverse un héroe sino hay pasión, la pasión es lo que hace al hombre volverse un héroe a causa de lo que le acontece, la pasión al igual que a Sísifo es lo que lo hace ver algo apolíneo, es lo que despierta y mantiene activa su capacidad creativa, todo a causa de la pasión; por lo que se podría decir que tanto el hombre camusiano como el de Kierkegaard, es un humano pasional, un hombre que a pesar de las insolencias de la vida no olvida las capacidades inherentes de humano que posee, es un hombre que no se deja derrumbar por el sinsentido de ser la nada frente al todo.

Es de singular pericia lo que hace Camus, se la pasa hablando del absurdo, escribe sobre lo contingente que es todo pero a pesar de ello no le gusta ser llamado existencialista, el por qué lo hace no es del todo claro, pero es importante la relación que hay entre la absurdidad que siempre maneja Camus y el existencialismo de Kierkegaard; en lo particular cuando leo existencialismo –en su caso el de Kierkegaard, a mi mente siempre se sobreviene la idea del absurdo, ya que creo que es algo inevitable para cualquier existencialista; todo aquel que sea existencialista se topo en algún momento con la absurdidad. Pero creo que la diferencia entre ser absurdista –como se afirma Camus- y existencialista, radica en la actitud hacia lo que acontece, una persona absurdista -y por absurdista hay que entender que se ha topado contra la nada a toda velocidad- es una persona que sabe de las contingencias de este mundo, es aquel que se ha percatado de que nada es necesario, que estamos en este mundo por contingencia no por necesidad, que mi madre es justamente esa persona por casualidad no por algo forzoso, que bien pudo haber sido mi madre la señora que lava ropa a la vuelta de mi casa, el absurdista es una persona consciente de la contigencialidad en que está inmerso y lo asume con entereza, lo asume con pasión como el único instrumento que le ayudara a superar y olvidar por momentos el absurdo; el existencialista por otra parte, simplemente es aquel que sabe que no es nada a comparación de Dios, es aquel que sabe que está separado de todo el sistema y que aunque es parte de él, no le es necesario, pero la persona existencialista por lo regular no se siente contenta con la vida, es por ello que Kierkegaard habla acerca del poeta con pasión, el poeta con pasión a pesar de ser un héroe no es feliz, porque ha sufrido el amor desgraciado; el poeta no puede superar la contingencia, sino que es gracias a la contingencia que hecha a volar su pasión y se aferra a cosas no entendibles. En cierto aspecto el hombre existencialista –por lo menos como entiendo a Kierkegaard- es un hombre azorado porque no entiende, y por eso se espera dar el salto al estadio religioso, porque ahí será cuando ya no importara entender o no, porque todo quedará reducido al aspecto de la fe; por el contrario el hombre absurdista, es un individuo con una actitud más valiente hacia la vida, el hombre absurdista sabe que no entenderá porque no hay nada que entender, porque el mundo no tiene forma, es por ello que el hombre absurdista se dispone a empezar a empujar la roca de Sísifo hasta lo alto de la montaña, porque sabe que tiene que romper el absurdo y que esa capacidad está dada contingentemente en él mismo. Al parecer lo anterior sería algo por lo cual a Camus no le interesaba ser llamado existencialista, aunque su filosofía comparta ciertos aspectos con la filosofía existencialista; puesto que es claro que el darse cuenta del absurdo es darse cuanta de la nada, y el darse cuenta de la nada es el percatarse de que somos entes ex sistere –fuera del sistema- y es entonces cuando viene esa sensación de angustia, de nausea por estar ante lo difuso, ante la contingencia, ante el todo y la nada .
Otra clara diferencia entre estos dos sujetos es la postura hacia la muerte, como podemos apreciar en Camus –en su novela “L’etranger”- para él la muerte es otro más de los absurdos en esta vida, (es un tanto repetitivo el tratar de explicar estás cosas, ya que siempre se tiene que recurrir a las mismas palabras pero esto se debe al léxico último del absurdismo sin el cual no lo podemos explicar coherentemente) y como otro absurdo más no cabe más que el hacerle frente de alguna u otra forma, pero siempre este peso recae en el individuo, pero para Kierkegaard la muerte representa angustia, representa la idea de la finitud y el hombre existencialista –de Sören- no puede soportar ese peso, porque este hombre quiere ser el sistere –el sistema, lo que es- quiere tener parte de infinitud y es por ello que se tiene que rescatar a Dios mediante el estadio religioso. En tanto que Dios parta Camus es otro absurdo más, otra palabra contingente en nuestro idioma, para Kierkegaard Dios es la salvación, es el paso a una vida infinita.

Pues bien, aunque estos dos grandes pensadores tienen muchas disparidades en sus pensamientos y en la forma de comportarse en la vida, a los dos les es imprescindible vivir con pasión, como si está fuese el constituyente básico de nuestra individualidad, como si esta fuese la que inspira a cada humano; en lo particular yo comparto la visión de que la pasión es de suma importancia para el humano, que es lo que nos ayuda a ser poetas o a ser un Mersault o un Sísifo ante la vida, que es lo que nos ayuda a no quedarnos absortos ante la nada, ante el absurdo, y también creo que aunque no es lo mismo ser existencialista que absurdista, si se comparten ciertas ideas básicas en las dos posturas, como también se comparte un cierto sentimiento primario, se comparte el sentimiento de la angustia, de la nausea





[1] Kierkegaard Sören, El amor y la religión, pág. 14

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